Probablemente la visita a La Graciosa es una de las excursiones en barco más populares y demandadas de la isla y, sin duda, una de las actividades que hacer en Lanzarote más recomendadas..
La Graciosa es la mayor de las islas del Archipiélago de Chinijo que está formando por la propia La Graciosa y los islotes de Alegranza, Montaña Clara, Roque del Este y Roque del Oeste. Todas ellas ubicadas al norte de Lanzarote y con una separación mínima que apenas alcanza los 2 kilómetros. Por esa razón, los locales han llamado a esta lengua de mar el “río”.
Estas cinco islas constituyen el Parque Natural de Chinijo (Chinijo es un vocablo local que quiere decir “de pequeño tamaño”). Aunque es la isla más visitada de este archipiélago, y además es la única habitada, puede presumir de que en su interior no hay ni un solo metro cuadrado de asfalto. Obviamente la única forma de llegar hasta aquí es en barco, atracando en el puerto de su capital: la Caleta del Sebo.
Esta villa marinera es de lo más encantadora por su emplazamiento, su puerto, sus casas populares encaladas y sus calles arenosas. De hecho, se podría decir que su aspecto es muy similar al que pudo tener cuando se fundó a mediados del siglo XIX, momento en el que se asentaron aquí pescadores para explotar los cercanos bancos de abundante pesca.
Tras ese primer asentamiento luego habría otro que fue la población de Pedro Barba, si bien este hoy en día en realidad es un complejo vacacional bastante exclusivo.
El interés de esta isla lógicamente se basa en su litoral con atractivas playas, y en sus paisajes en los que destacan varios volcanes, ya que es una isla completamente llana. Por eso llama la atención la zona de Las Agujas donde se alcanza una altitud de 266 metros.
No obstante uno de los grandes valores de La Graciosa son sus coloridas playas, como la llamada Playa Francesa. Unas playas que no solo son buenas para tomar baños de sol o de agua, también son ideales para contemplarlas y fotografiarlas por su gran variedad de colores que recorren la gama de los rojos, los amarillos o los ocres. De hecho, algunos dicen que el nombre de La Graciosa se debe a esos paisajes tan alegres y repletos de color.